jueves, 10 de octubre de 2013

CAMINO DEL NORTE.- Día 1.- Viernes 19 de Julio 2.013.- Zaragoza - Irún.

Hoy, 19 de Julio del 2.013, he comenzado mi andadura. Quería empezar antes, a primeros de Julio, pero he tenido que aplazar el viaje porque ayer estaba citado para revisión oftalmológica y eso no se puede dejar, teniendo en cuenta la espada de Damocles de nuestra familia con el tema del glaucoma, herencia que, a falta de dinero, nos legó nuestro abuelo materno.

Esta mañana he ido hasta la estación de autobuses montado en mi rucio. Ayudado por mi hijo Federico, hemos procedido a embalarlo. Nos ha sido imposible quitarle los pedales, lo que ha originado algo de nervios, pero al final no ha habido problemas para llevarlo. Estábamos dos ciclistas: el otro, un chico catalán que venía de Barcelona e iba hasta Irún para comenzar un recorrido por la costa atlántica francesa. Quiere llegar hasta Normandía (palabras mayores).

El autobús se detiene en Pamplona (cinco minutos) y en San Sebastián, donde deja la mayor parte de los viajeros. Sobre las 3 de la tarde y según el horario previsto, aterrizamos en una explanada inhóspita al lado de la estación y con todo el calor del mundo nos disponemos a montar las bicis ayudándonos mutuamente. El joven va muy bien preparado pues lleva hasta un pequeño cargador de energía solar para el móvil que yo no conocía. Después de despedirnos muy amablemente, cada uno comienza su andadura por separado (foto 1).

Recorro la ciudad un poco perdido, buscando el Puente de Santiago sobre el río Bidasoa que es la divisoria entre Francia y España. Al final acabo en otro puente el de Behovia. Son las cuatro de la tarde, hace mucho calor y tengo hambre, busco una sombra junto al río y comparto mesa (que no mantel) con un simpático paisano que me da toda clase de explicaciones, indicándome que la isla que tenemos enfrente se llama la Isla de los Faisanes y en ella se firmó el Tratado de Paz de los Pirineos. Al otro lado, a un tiro de piedra, Hendaya (Francia), (foto 2).


Como ha llovido tanto este invierno está todo muy verde, da gusto. Me imagino que este camino va a ser todo de color verde y azul (fotos 3,4 y 5).
Por fin encuentro el Puente de Santiago comienzo del camino. Saco la foto correspondiente a mi rucio junto a la placa. Seguro que si pudiera hablar diría: “¡Joder, la que se me espera!” Lo hago yo por él.
Seguro que una que conocí y que influyó mucho en mi vida, hubiera dicho: “¡sarna con gusto no pica!” (foto 6)

Busco luego el Ayuntamiento, donde suelen dar mapas y buena información. Me atiende un guardia-funcionario, un poco corto de luces pero muy animoso y colaborador que me da un plano, pistas sobre albergues y coloca mi primer sello en la credencial (fotos 7 y 8)
Después de no pocas vueltas encuentro el albergue de los Amigos del Camino donde me atiende Maria José un simpática hospitalera de mediana edad que se sorprende al ver en el interior de la credencial, escritos por mí, los versos de Machado completos :


Caminante,son tus huellas
el camino y nada más :
Caminante no hay camino,
se hace el camino al andar.

Al andar se hace el camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en el mar.

Salgo a pasear por la Ciudad y fotografío lo que me llama la atención, por ejemplo esa estatua de bronce a tamaño natural de Pío Baroja (era bajito como yo) con unos maceteros preciosos llenos de flores a su derecha (foto 9) o esa iglesia tan grande que parece una catedral (foto 10)












Me retiro pronto a descansar, el albergue está a tope. A ver que tal se da mi primera noche.

Día 2.- Sábado 20 de Julio del 2.013.- Irún - Zarautz.- 43 Km.

Como era de preveer, teniendo en cuenta como estaba de lleno el albergue, ha sido una noche “toledana”, amenizada por los ronquidos de un “espécimen” que se ha pasado la otra media haciendo selección de sus pertenencias con la luz encendida y ruido con las bolsas de plástico, con la mochila, e incluso las botas, encima de la litera. Pero esto es El Camino y aquí debes de dejar tu ego en casa y tratar de comprender y perdonar al otro. Todo esto ya lo tengo aprendido del anterior, así que se bien lo que me espera.



A las seis de la mañana ya estaba en pie. La hospitalera había preparado café con leche y pastas. Después de darle una cinta de la Virgen del Pilar, de las que he traído para regalar, e indicarle su significado, meto en la hucha 5€, ya que ayer di otros cinco y me pareció que su gesto indicaba que me había quedado corto, claro yo no sabía que también nos daban desayuno. Preferiría que cobrasen una cantidad y que no fuera la voluntad, porque te puedes quedar corto o pasarte (como suele ser mi caso).



Para abrir boca, el alto de Jaizquibel con la ermita de Guadalupe. Comienza la subida, arriba y al fondo (foto 11) asoma una torre, ¿hasta allí tengo que subir?.



Un alto en un recodo, me permite presenciar Irún y Ondarribía envueltas en la bruma (foto12). Después de rampas fuertes y curvas cerradas, menos mal que a esta hora no hay casi tráfico, llego a la ermita. Son las ocho, una parada técnica y fotos (fotos 13 – 17).


 
 
Un poco más de subida y estoy en el alto, luce un sol espléndido y hace calor, tal es así que me he quitado hasta la camiseta y solo llevo el culote. Con el casco y sacada la foto desde arriba (el otro era más alto) parezco un pitufo (foto 18)

Otra paradica más para contemplar el paisaje y conocer algo más sobre este lugar (fotos 19, 20)









Me abrigo para la bajada. Esta va ser la tónica de este viaje, subidas y bajadas. “Todo lo que se sube, baja”, y viceversa. 
Se va viendo el mar hasta llegar a Pasajes de San Juan. Este lado de la ría es bastante sombrío y húmedo, ¡y eso que estamos en pleno verano!, no hay más que ver la cantidad de moho y verdín en las fachadas. (fotos 21 - 26). 

También muchas banderas nacionalistas y las blancas con la mancha negra de “preso a kalera” (no se si se dice así). Se ve que tienen un sentimiento nacionalista muy arraigado. Ahora: la gente amable y te da toda clase de explicaciones. Uno por uno son todos muy majos, lo malo es cuando se juntan unos cuantos revolvedores...





Compro pan y algo para meter dentro y aprovecho para almorzar. Después de cruzar la ría en una barca (foto 27) estoy en la otra orilla, Pasajes de San Pedro, más luminoso y con más sol (foto 28). Esta tarde hay una competición de traineras y veo alguna entrenando.



Cerca de San Sebastian (Donosti, como se dice ahora) paso por delante de la puerta del restaurante Arzak, totalmente anodino por fuera. Se ve que lo interesante está dentro, en lo que cocinan claro, ¡pero bueno, para mi bolsillo no!, así que ni me detengo para sacar una foto.

Entrando ya en la Ciudad encuentro un carril bici (foto 29), que es de agradecer, y que me va a servir para cruzarla de punta a punta. Es una gozada circular por el mismo, la prueba es la cantidad de bicis que hay (foto 30). 

 






La visión de la Playa de la Concha en sábado y con el tiempo tan bueno que hace, es impresionante. No me extraña que la alta sociedad europea y reyes la eligieran desde principios del siglo pasado para pasar sus vacaciones. Es que tiene todo: clima, paisaje, gastronomía y sobre todo señorío. Es una señora ciudad. Me detengo en la plaza del Ayuntamiento, un edificio precioso, (foto 31).



Desde la barandilla de la plaza me deleito contemplando todo lo que se ofrece a mi vista (fotos 32 - 34). ¡Aquí me estaría todo el día, pero no me queda más remedio que continuar!

Después de subir hasta el monte Igueldo me han aconsejado que no siguiese la ruta de los caminantes y que fuese por la carretera. Todo ha sido un poco penoso, subida y bajada al Igueldo y pagar por levantar la barrera. Menos mal que el paisaje que se divisa desde arriba es fenómeno (fotos 35,36). 
 







Luego carretera nacional 620 sin arcén. ¿Cómo es posible que en gran número de carreteras nacionales, no digo ya las comarcales, no tengan arcén, si son las únicas por las que podemos circular los ciclistas? Subidas y bajadas sin parar, cruzo la ría de Orio (fotos 37 - 40),













después para “rematadera” (como decimos en Aragón) el camping internacional de Zarautz está en un alto, ¡pero que muy alto!, yo creo que no podían haberlo hecho en un sitio mas alto.

He venido a parar aquí, porque según la guía Eroski tienen plazas para peregrinos por 5€. Me dan a elegir entre cama en barracón con derecho a ronquido y pedo o montar mi propia tienda de campaña. Elijo esto último aunque solo sea por estrenar la que me he comprado que pesa cuatro kilos doscientos gramos y que tengo que transportar hasta Santiago. Con un sol de justicia la extiendo. Es una maravilla, pues en un tris-tras se monta, habrá que ver mañana que tal se pliega. ¡Yo creo que la única que sabe recogerla es la chica que me la vendió en Decathlon! (foto 41). 





Los vecinos me observan, pienso que les pareceré un bicho raro que aparece con una bicicleta y una tienda de campaña y luego se pone a cocinar con un infiernillo de butano, ellos si que me parecen más raros a mi, no sé si yo sería capaz de aguantar, sin moverme, en un camping todo el verano, tocándome las “pelotas”.



Después de cenar visito las instalaciones del camping (foto 42) y me tomo un café en su bar-restaurante. Ahora que ha bajado el sol me voy a la tienda a mirar el recorrido de mañana, porque a diferencia de cuando hice la Vía de la Plata, que me la sabía de memoria, he preferido ir casi como iban los antiguos peregrinos, sin conocer el recorrido, y que este me sorprenda.

Día 3.- Domingo 21 de Julio del 2.013.- Zarautz - Marquina.- 51 Km.

Como siempre me levanto temprano. En el camping, todo cerrado, solo las mujeres de la limpieza (emigrantes) limpiando los baños. Antes de marchar contemplo la impresionante vista de la playa de Zarautz (foto 43). 


Hay un camino para bajar con una cuesta considerable, lo malo será subirla luego, para los que están aquí claro, porque yo... me largo.

Los vecinos habrán dicho: “Este tío vino ayer por la tarde a ultima hora, montó la tienda, se hizo la cena, cenó y ahora ya no está. Pobre, ¡con lo bien que se está aquí, tan fresquito!”. Lo que no saben ellos, es que yo no valdría para estarme todo un mes sin moverme de un sitio fijo. Así, recorriendo el camino, me siento vivo.

Bajo por la carretera (la que me costó ayer tanto subir) y me acerco hasta la playa que tan gratos recuerdos me trae (estuve con Carmen de novios)(foto 44)


Hay una anécdota muy buena que no puedo por menos de contarla: “ya sabéis que en esta playa hay olas bastante grandes, una de ellas le arrebató la parte superior del bikini con las consiguientes risas, no lo olvidaré nunca, porque entre otras cosas, era la primera vez que le veía las tetas a mi novia,¡eran otros tiempos claro!”.

Encuentro un bar abierto y desayuno. De allí a Guetaria, también de grato recuerdo: “cenamos un besugo a la brasa que estaba de muerte y luego llegó tarde a la residencia de la Sección Femenina, menos mal que su hermana Fina le hechó una mano para poder entrar por una ventana”. 
 
Por la costa sucesivamente Askizu, Zumaia, Itziar y Deba (fotos 45 - 49).







Por un paisaje precioso sucesivamente Mutriko y Ondarroa donde entramos en Vizcaya, (fotos 50 - 52). 








Después dejamos (+) la costa, el recorrido se hace más lóbrego pero también con más sombra que se agradece, lo que no cambian son las subidas y bajadas en un “rompe - piernas” continuo. 


Me ha llamado la atención esta casa abandonada próxima a Marquina (foto 53) ¡Con lo que costaría a su dueño construirla y, ¿ahora qué?, allí está abandonada por sus herederos! 
 

Llego pronto y tengo que esperar (fotos 54 - 56). Salimos a buscar un restaurante que dan menú peregrino, me acompaña una señora francesa o belga pero, que habla algo de español.




Markina (como dicen ellos) es una villa señorial con una plaza mayor grandísima y también con muchas banderas, raro es el edificio que no tiene, una o varias (fotos 57 - 59). 




Cenamos unos cuantos peregrinos juntos de varias nacionalidades, el único cilista soy yo, así que posiblemente ya no los volveré a ver. Bueno, ¡nunca se sabe!...








(+) No os extrañe, mis queridos lectores, que algunas veces hable en plural pero es que somos dos: mi rucio y yo.