Como
siempre me levanto temprano. En el camping, todo cerrado, solo las
mujeres de la limpieza (emigrantes) limpiando los baños. Antes de
marchar contemplo la impresionante vista de la playa de Zarautz (foto
43).
Hay un camino para bajar con una cuesta considerable, lo malo
será subirla luego, para los que están aquí claro, porque yo... me
largo.
Los
vecinos habrán dicho: “Este tío vino ayer por la tarde a ultima
hora, montó la tienda, se hizo la cena, cenó y ahora ya no está.
Pobre, ¡con lo bien que se está aquí, tan fresquito!”. Lo que no
saben ellos, es que yo no valdría para estarme todo un mes sin
moverme de un sitio fijo. Así, recorriendo el camino, me siento
vivo.
Bajo
por la carretera (la que me costó ayer tanto subir) y me acerco
hasta la playa que tan gratos recuerdos me trae (estuve con Carmen de
novios, Ja,ja,ja..)(foto 44)
Hay una anécdota muy buena que no puedo
por menos de contarla: “ya sabéis que en esta playa hay olas
bastante grandes, una de ellas le arrebató la parte superior del
bikini con las consiguientes risas, no lo olvidaré nunca, porque
entre otras cosas era la primera vez que le veía las tetas a mi
novia,¡eran otros tiempos claro!”.
Encuentro
un bar abierto y desayuno. De allí a Guetaria, también de grato
recuerdo: “cenamos un besugo a la brasa que estaba de muerte y
luego llegó tarde a la residencia de la Sección Femenina, menos mal
que su hermana Fina le hechó una mano para poder entrar por una
ventana”.
Por
la costa sucesivamente Askizu, Zumaia, Itziar y Deba (fotos 45 - 49).
Por un paisaje precioso sucesivamente Mutriko y Ondarroa donde
entramos en Vizcaya, (fotos 50 - 52).
Después dejamos
(+) la costa, el recorrido
se hace más lóbrego pero también con más sombra que se agradece,
lo que no cambian son las subidas y bajadas en un “rompe - piernas”
continuo. Me ha llamado la atención esta casa abandonada próxima a
Marquina (foto 53) ¡Con lo que costaría a su dueño construirla y,
¿ahora qué?, allí está abandonada por sus herederos!
Llego
pronto y tengo que esperar (fotos 54 - 56).
Salimos a buscar un
restaurante que dan menú peregrino, me acompaña una señora
francesa o belga pero, que habla algo de español. Markina (como
dicen ellos) es una villa señorial con una plaza mayor grandísima y
también con muchas banderas, raro es el edificio que no tiene, una o
varias (fotos 57 - 59).
Cenamos unos cuantos peregrinos juntos de
varias nacionalidades, el único cilista soy yo, así que
posiblemente ya no los volveré a ver. Bueno, ¡nunca se sabe!...
(+)
No os extrañe, mis queridos lectores, que algunas veces hable en
plural pero es que somos dos: mi rucio y yo. Ja,ja,ja.