Dice
la guía Eroski: Con Lugo a tiro de piedra se traiciona el espíritu
aventurero y se anhela la llegada a la ciudad.
Me
he levantado mejor y la etapa se prevee corta y llana, aunque nada
más salir debo afrontar el Alto de Vaqueriza. Desayuno en
Castroverde en la única panadería - cafetería que esta abierta a
estas horas, ya que en Cádavo estaba todo cerrado por ser domingo.
Un humeante café con leche y un rico y crujiente croisan me
reconfortan y me dan energía para seguir. A mi rucio le miro las
pezuñas para ver como las lleva de hinchadas y le pongo un poco de
spray para que vaya bien lubrificado, se ve que hoy está más
contento.
Al
llegar a Lugo, encuentro una ciudad fantasma, totalmente paralizada y
sin un alma por las calles a quien preguntar. Al final doy con la
dirección de un hostel junto al puente romano del río Miño en el
que no voy a tener problema de alojamiento por ser privado. Dejo a mi
rucio y las alforjas a buen recaudo. Hay un autobús que sube al
centro, y sin prisa (tengo todo el día por delante) me dispongo a
visitar la Ciudad. Ya había estado en alguna ocasión pero ahora
podré hacerlo con mayor detenimiento.
Visito
la parte superior de las murallas y las calles, que ya se encuentran
más concurridas. En la plaza del Ayuntamiento hay una exhibición de
tangos y un mercadillo de objetos antiguos.
Lo
de los tangos siempre me ha parecido muy difícil y se me antoja como
una especie de competición (por no decir lucha) entre dos
contendientes. Uno de ellos, por intentar acercarse y el otro porque
no lo haga.
Por
las muñecas de cerámica siento un cierto repelús, como si de un
momento a otro fueran a cobrar vida.
Ya
de vuelta al hostel entablo conversación con un chico americano de
Seattle que está realizando un curso de español de un año. Le
recomiendo que lea La
tesis de Nancy
de Ramón J. Sender, me dice que lo va hacer, pues ya soy la segunda
persona que se la recomienda.
Una joven y guapa cordobesa con la
que comparto habitación junto con una señora alemana entrada en
carnes y que no dice ni mu, se interesa por mi salud, al oírme
toser, y me pregunta si tomo algo; cuando le digo que paracetamol y
acetilcisteina, asiente con la cabeza y comenta que tiene un hermano
médico y algo entiende. Luego resulta que sus padres son de Teruel,
aunque ella habla con acento y gracejo andaluz.
Una curiosidad más sobre Lugo: el
patrono de la ciudad es San Froilán, incluso el cementerio municipal
por el que pasa el autobús se llama así, ¡Como el hijo de la
princesa Elena!. Al ser nombrados los padres Duques de Lugo será por
eso que le pusieron ese nombre, que por cierto: ¡vaya pajarito que
está hecho el tío, tiro incluido!
Después de cenar, bastante bien, en
la cafetería del hostel por 7 euros, el menú del peregrino:
ensalada de pasta, postre y una copa de tinto de verano, me retiro a
descansar, mañana intentaré llegar a Melide y así recuperar un
poco, el tiempo perdido.
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