martes, 4 de agosto de 2015

CAMINO PRIMITIVO.- DÍA 7. DOMINGO 19 DE JULIO 2015.- CÁDAVO – LUGO.- 31 KM.



                               

 

Dice la guía Eroski: Con Lugo a tiro de piedra se traiciona el espíritu aventurero y se anhela la llegada a la ciudad.

Me he levantado mejor y la etapa se prevee corta y llana, aunque nada más salir debo afrontar el Alto de Vaqueriza. Desayuno en Castroverde en la única panadería - cafetería que esta abierta a estas horas, ya que en Cádavo estaba todo cerrado por ser domingo. Un humeante café con leche y un rico y crujiente croisan me reconfortan y me dan energía para seguir. A mi rucio le miro las pezuñas para ver como las lleva de hinchadas y le pongo un poco de spray para que vaya bien lubrificado, se ve que hoy está más contento.


Al llegar a Lugo, encuentro una ciudad fantasma, totalmente paralizada y sin un alma por las calles a quien preguntar. Al final doy con la dirección de un hostel junto al puente romano del río Miño en el que no voy a tener problema de alojamiento por ser privado. Dejo a mi rucio y las alforjas a buen recaudo. Hay un autobús que sube al centro, y sin prisa (tengo todo el día por delante) me dispongo a visitar la Ciudad. Ya había estado en alguna ocasión pero ahora podré hacerlo con mayor detenimiento.









                                 


Visito la parte superior de las murallas y las calles, que ya se encuentran más concurridas. En la plaza del Ayuntamiento hay una exhibición de tangos y un mercadillo de objetos antiguos.



















Lo de los tangos siempre me ha parecido muy difícil y se me antoja como una especie de competición (por no decir lucha) entre dos contendientes. Uno de ellos, por intentar acercarse y el otro porque no lo haga.
Por las muñecas de cerámica siento un cierto repelús, como si de un momento a otro fueran a cobrar vida.

 

Ya de vuelta al hostel entablo conversación con un chico americano de Seattle que está realizando un curso de español de un año. Le recomiendo que lea La tesis de Nancy de Ramón J. Sender, me dice que lo va hacer, pues ya soy la segunda persona que se la recomienda.



Una joven y guapa cordobesa con la que comparto habitación junto con una señora alemana entrada en carnes y que no dice ni mu, se interesa por mi salud, al oírme toser, y me pregunta si tomo algo; cuando le digo  que paracetamol y acetilcisteina, asiente con la cabeza y comenta que tiene un hermano médico y algo entiende. Luego resulta que sus padres son de Teruel, aunque ella habla con acento y gracejo andaluz.

Una curiosidad más sobre Lugo: el patrono de la ciudad es San Froilán, incluso el cementerio municipal por el que pasa el autobús se llama así, ¡Como el hijo de la princesa Elena!. Al ser nombrados los padres Duques de Lugo será por eso que le pusieron ese nombre, que por cierto: ¡vaya pajarito que está hecho el tío, tiro incluido!



Después de cenar, bastante bien, en la cafetería del hostel por 7 euros, el menú del peregrino: ensalada de pasta, postre y una copa de tinto de verano, me retiro a descansar, mañana intentaré llegar a Melide y así recuperar un poco, el tiempo perdido.

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