Ayer
no os dije que para hoy tenía billete para un tren nocturno directo
que me llevará a casa, aproveché para sacarlo en una oficina
de Renfe que hay al lado de donde proporcionan La Compostela. También
vendrán ahora por la mañana a llevarse a mi rucio.
Después
tengo todo el día por delante, por lo que me dedico a pasear, pero
lo hago fuera de la zona turística y de peregrinos, que la tengo ya
muy vista, y me voy al parque, además arrastro una resaca considerable
producto del albariño de anoche y necesito tranquilidad y `poco
ruido. Tienen en Santiago un parque no muy grande pero muy bonito y
cuidado.
Hay peregrinos que no quieren abandonar sus rucios (algunos son carísimos) en manos de empresas de paquetería y prefieren viajar con ellos en el tren, pero ¡ojo, topamos con la mejor empresa de ferrocarriles de España! y digo la mejor porque es la única, y que solo admite unas medídas máximas de embalaje que son: largo 1,20 m., alto 0,90 y ancho 0,40m. ¡Oh la la!, existe la solución: el propietario de la tienda de periódicos y revistas de la estación de Santiago, es un verdadero especialista en esto de embalar rucios. ¡Si lo hace él, el factor te admite el bulto sin ningún problema! Me entretengo un buen rato en contemplar sus habilidades.
El artista del empaquetado de rucios |
Adiós Santiago adiós, me despido de su estación.
Entrada a la estación de Santiago |
Ya es hora de viajar, acomodándome en el asiento reclinable. Cuando me despierte estaré cerca de Zaragoza, algo cansado, pero contento.
Preparándome para dormir |
¡HASTA
EL PRÓXIMO CAMINO, SI ES QUE ME DEJAN...!
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